miércoles, 6 de abril de 2011

Yuri Gagarin

El 12 de abril de 1961 el teniente primero de la Fuerzas Aéreas de la URSS, Yuri Alexéyevich Gagarin, realizó en la nave Vostok el primer vuelo tripulado al espacio en la historia. El hombre entró en un nuevo medio totalmente desconocido, enfrentándose a problemas y tareas que nunca se habían resuelto en la ciencia y la tecnología. Y lo más importante, no se sabía con seguridad si el hombre podría aguantar un vuelo al espacio.

“¡Ojalá vuele y regrese vivo!”, dijo el constructor general Serguéi Koroliov después del despegue del cohete portador. Así pensaban todos, los dirigentes del programa espacial, los diseñadores de los artefactos, el personal de apoyo… todos anhelaban que regresara con vida. Y Gagarin regresó tras pasar 108 minutos históricos en el espacio y se convirtió en el primer hombre en conquistar el cosmos, asegurando a la URSS un lugar pionero en el ámbito de la exploración espacial.

El 12 de abril de 1961 empezó para Yuri Gagarin a las 5:30 de la mañana en la casita de descanso de los cosmonautas. Al salir de la habitación, dejó su firma en el marco de la puerta, y desde aquel entonces esto se convirtió en una tradición de todos los cosmonautas.
Yuri Gagarin y su suplente, Guerman Titov, llegaron en un autobús a la pista de despegue vestidos con traje anti G de color naranja y con un casco con la inscripción “CCCP” (URSS), con varios sensores y cables enganchados, acompañados por sus colegas del grupo de pilotos con quienes habían realizado el entrenamiento espacial.

Un cohete esperaba al cosmonauta en misma rampa desde donde había despegado casi cuatro años antes (1957) un misil R-7 Semyorka (“siete” en ruso) con el primer satélite artificial de la historia, el famoso Sputnik 1. De hecho, el cohete era una variante del venerable y robusto Semyorka a la que se le había añadido una tercera etapa para aumentar su carga útil. Su designación oficial era 8K82K, pero sería conocido con el mismo nombre que la nave que debía poner en órbita, Vostok (“Oriente” en ruso).

Cuando el constructor general le dio la última orden, en el momento de despegue Gagarin le respondió con calma: “¡Vámonos!” (“Poyéjali” en ruso). Esta frase se convirtió en uno de los símbolos de la era espacial y en parte de la cultura popular rusa, y hasta ahora se sigue usando antes de iniciar algún trabajo o proyecto, o como brindis.

Transcurridos 153 segundos del despegue Gagarin se quitó el carenado, en la ventanilla apareció una luz brillante y por primera vez en toda la historia el hombre vio la Tierra desde la altura de unos 300 kilómetros. Allí la superficie del planeta se percibe como un mapa: una cinta de un río, unas manchas de la taiga… así se veía el paisaje de Siberia sobre el que voló el cosmonauta. Tanto le impresionó la vista, que gritó violando todas las instrucciones: “¡Qué hermoso!”. Y luego con voz neutra continuó leyendo las indicaciones de los equipos.

Siete años después recibió otra llamada del cielo, la última. Gagarin falleció el 27 de marzo de 1968 cuando el avión de caza que pilotaba durante un vuelo rutinario se estrelló cerca de Moscú. Fue entonces cuando la esposa del cosmonauta, Valentina, recibió su carta de despedida escrita antes del vuelo de 12 de abril de 1961.

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Fuentes: http://www.yuriesfera.net/ http://www.yuriesfera.net/

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